Hace unas semanas España sufrió un apagón. Muchos de nuestros estudiantes estaban todavía en clase cuando ocurrió.
Este evento ha sido algo excepcional por eso, en el blog de Hablamos, queremos que una de nuestras estudiantes del curso intensivo de B2 nos cuente cómo vivió ese día.
Hace dos semanas, el lunes 5 de mayo, pasó algo extraordinario en Madrid. Como ocurrieron muchas anécdotas, os voy a contar como fue mi día.
Esta mañana amanecí con una rara sensación de que algo va a pasar… Cuando salía de casa para ir a mi escuela de español, vi que mi móvil, con el que siempre pago, no tenía mucha batería. ¡Menos mal que tenía unas monedas para recargar mi tarjeta de transporte!
Cuando llegué a la estación, me sorprendió cuanta gente estaba esperando el tren. Pensé que ese día no podía haber empezado mejor que con el retraso en el Cercanías. Como no podía hacer nada, avisé a mi profesora: “Voy a llegar a clase más tarde, sobre las 10.30.”
Cuando llegué corriendo a la clase, la profesora estaba hablando de Madrid en primavera: sus terrazas, sus tapas, sus cañas, sus fiestas y toda la cultura madrileña al aire libre cuando sale el primer rayo del sol y el día se hace más largo. Ese día hacía muy bueno, apetecía estar fuera, más que en el aula, aunque las clases eran muy interesantes… Todo el grupo estaba ya muy inquieto por ir a la pausa y poder tomar un café en una de las terrazas cerca de la escuela. La pausa llegó y fue justo el mismo momento cuando se apagaron las luces de la escuela…
Primero pensamos que era solo una avería del edificio – bajamos, como siempre, al supermercado a por unos bollos calientes y es cuando nos dimos cuenta que estaba pasando algo más loco.
En la tienda no podían cobrarnos con tarjeta, porque no tenían wifi – juntamos unas monedas entre todos los compañeros y salimos a la calle. Allí. varias personas de los negocios de nuestro alrededor estaban corriendo de un local al otro pasándose la noticia que EL APAGÓN es más global. Buscamos las noticias, pero ninguno de nosotros tenía el internet. Subimos a la escuela, todos seguían solo con las luces de evacuación y alguna vela encendida (¡parecía una escena de alguna película de terror!) y nos dijeron que toda España y parte de Portugal estaba sin luz y sin Internet.
¿Cómo volveremos a casa los que vivimos lejos si los trenes no funcionan? En la escuela nos aseguraron que todo iba a ir bien y que podíamos volver a clase si no podemos llegar a nuestras casas. Salimos con unos compañeros en busca de taxi con el efectivo que nos prestaron los profesores en la mano. Todos los taxis estaban ocupados. Estábamos un poco asustados pero los madrileños parecían estar bien…
Había grupos de niños jugando a la pelota, otro grupito de adolescentes con su radio escuchando música y bailando, unos abuelos jugando cartas, las terrazas llenas de gente tomando algo riéndose de la situación… ¡Parecía que éramos viajeros en el tiempo! Lo que más me sorprendió ese día, fue la calma con la que la gente trató la situación. También, para mí, una alumna de Asia, fue increíble ver cómo la gente se relacionaba frente a la dificultad, como se ayudaban, como se pasaban las noticias los unos a los otros.
Como solo teníamos dinero justo, elegimos intentar pillar un taxi en vez de relajarnos en una de las terrazas. Los coches no se paraban y cuando los conductores escuchaban que íbamos fuera de Madrid, decían, desesperados, ¡que ya no les quedaba gasolina! A mí y a mi compi, Chan, nos entró el pánico, ya que estuvimos esperando unas buenas 2 horas y sin poder encontrar un transporte a casa…
Sin cobertura en el móvil, sin taxi, con los autobuses llenos de gente y con hambre, decidimos volver a nuestra escuela (si todavía estaba abierta) y matar el tiempo. ¡Por lo menos bien acompañados!
Los profes de la escuela nos recibieron muy bien, pudimos tomar un té, merendar unos snacks y algunos (los más aplicados) aprovecharon para leer un libro de la biblioteca. También tuvimos tiempo para conocernos mejor con los compis de otros grupos, hablar tranquilamente y sacar unos juegos de mesa.
La luz no volvía, se estaba haciendo tarde y yo no podía avisar a mi familia de ninguna manera… No sabía si voy a poder volver a casa a dormir o me tocará dormir en la academia o incluso… por la calle. ¡Todas mis preocupaciones desaparecieron cuando mi profesora nos propuso cenar en su casa y si hace falta, quedarnos a dormir! Al principio la idea me pareció muy loca, ya que en mi país no solemos reunirnos mucho en las casas de los demás, pero también me sentí muy agradecida por esa amabilidad.
Cenamos cosas típicas españolas y muy rica – ¡todas que se podía preparar sin cocinar! Conocimos su familia, sus historias y sacamos una radio muy antigua para escuchar las noticias – estaban diciendo que en algunas partes del país.
¡Estuvimos terminando la cena cuando volvió la luz! Volvió todo a la vez – la tele, la luz, el microondas, la cobertura del móvil. De repente tenía 126 mensajes en el móvil y más de 70 llamadas, ¡la mayoría de mi hermana! Le llamé lo más rápido posible y no podía creer en lo que me dijo – estaba esperando en su coche, en la misma zona de la escuela, por si me veía paseando.
Al final nos despedimos con la profesora y su familia y pudimos ir a casa tranquilamente, acercando a mis otros compañeros por el camino. Fue un día largo, intenso, pero también nos enseñó mucho. Entendimos la necesidad de tener un poco de dinero suelto siempre en el bolsillo, el teléfono cargado y estar listos para ayudar a las personas que lo necesiten. Me di cuenta que tengo mucha suerte de estar en un país tan alegre y abierto, y también, de haber elegido Hablamos como mi escuela (¡que, si hace falta, también puede ser mi casa!).
Muchas gracias Theresa, por tu texto. Seguro que la profe que acogió a este grupo de alumnos en su casa se emociona al leer tus palabras.
Ya veis que en Hablamos no solo estudiamos español, también somos como una gran familia. ¿Quieres comprobarlo? Haz tu prueba de nivel y empieza tu curso de español en Madrid.
¡Te esperamos!